Concursante (Por David)

El debut mas explosivo en el cine español desde que Tesis de Amenabar sorprendiera a propios/as y a extraños/as.

¿Como detectar con facilidad las condiciones de un maestro del séptimo arte?.
Respuesta: Rodrigo Cortés, un estudioso del cine, en técnica y narativa, pulcro director de escenas, abesado guionista, metódico y pefeccionista, con la fuerza de su juventud y de haber mirado al cine con ojos de sabedor consumado. Tirano, despótico, anarca, con increíble presición y claridad de conceptos cinéfilos, manejo y dirección de cámara impecable, estilo, referencista, clasisista, autodidacta, GENIO, genio de arte y ensayo, de la plástica y la estética, de la fotografía y el zoom.
Mulipremiado cortometrajista y critico especialista (vease La noche Sundance, ciclo de cine independiente en Neox, antena 3, en TDT).

Esta opera prima es todo un ejercicio de estilo, estilo libre y trepidante con referencias visuales de films de Guy Ritchie (Snach, Cerdos y Diamantes), la serie 24 o la filmografía de Paul Thomas Anderson y la troupe de videocliperos (Jonze, Gondry..) entre otros/as.

La película es un vaivén de emociones visuales y auditivas, planos de 360 grados, travelings imposibles, imagen monocorática en ocasiones, totalmente gris-ciudad por momentos, montaje formidable por lo atemporal, guión de fino humor negro en constante flashforward-flasback intenso y entendible (tiene mérito). Hay fotogramas en esta película realmente bellos, secuencias muy bien trabajadas plano a plano, en una historia que en si no dice nada, solo nos pone a refleccionar en algo que sabemos perfecta y resignadamente, pero eso si contado con sencillez, sin pretensiones filosóficas demasiado inconmprensibles, uno + uno, dos + dos...esa es la trampa, la misma que la de nuestro concursante que creyó que la vida era fácil, la misma vida en la que todos y todas estamos enbullidos

Me reservo para el final la basa fundamental sin el cual el film tal vez no hubiese caído tan bién a este humilde espectador, Leonardo Sbaraglia, es impresionante como crece paralelamente a la película, se desdibuja tal cuál lo requiere el personaje, se sumerge en el papel y a su vez el personaje lo consume poco a poco pasando de estado en estado de animo, regalándonos algunas instantáneas interpretativas magistrales. Los grandes actores o actrices suelen imponerse a los personajes por mas complejos que sean, cuando vemos a Jack Nicholson, difícilmente recordamos el nombre del papel que interpreta, rápidamente pensamos este es Jack, aquí Sbaraglia lo hace a la inversa, autoabsorviendose en Martin Sisco y consiguiendo con presición y maestría ejecutar las ordenes del realizador.

Es una verdadera pena que esta joya cinematográfica haya pasado inadvertida para los premios nacionales principalmente, pero no importa... siempre y cuando no me pises los zapatos de gamuza azul.

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